viernes, 28 de enero de 2011

LA HISTORIA VERÍDICA DE GUILLERMO COLGATE




Hace mucho tiempo, un joven de 16 años de edad salió de su hogar para buscar su fortuna. Todo lo que poseía lo tenía envuelto en un pañuelo que llevaba en la mano. Se encontró con un vecino, capitán de un barco, y la charla que con él sostuvo cambió por completo el rumbo de la vida del joven.

"Hola, Guillermo, ¿a dónde vas?"

"No sé," contestó el joven. "Mi papá está demasiado pobre para sostenerme y dice que debo buscar mis propios medios para sostenerme."

"No veo problema en eso,", dijo el capitán. "Si principias bien, resultará bien."

Guillermo dijo al anciano que no sabía otro oficio que hacer velas y jabones.

"Bien," dijo el capitán, "oremos una vez más, te daré un consejo, y luego podrás irte donde quieras."

Los dos se arrodillaron allí en el camino mientras el anciano oró fervorosamente por Guillermo. Después le dio este consejo: "Pronto alguien llegará a ser el mejor fabricante de jabón en Nueva York. Puedes ser tú o bien cualquier otro. Espero que seas tú. Sé un buen hombre, entrega tu corazón a Cristo, paga al Señor todo lo que le pertenece de cada dólar que ganes; fabrica jabón de buena calidad y buen peso; estoy seguro que llegarás a ser un hombre importante, digno y rico."

Al llegar a Nueva York, se acoró del consejo del capitán y "buscó primeramente el reino de Dios". Se unió con una iglesia y luego logró colocarse en una fábrica de jabón. Cuando ganó el primer dólar, apartó diez centavos para el Señor.

Guillermo trabajaba en la fábrica de jabón en Nueva York y cuando recibió su primer salario apartó el diezmo para el Señor. Pocos años después, sus patrones murieron y le dejaron dueño del establecimiento. Una vez más Guillermo pensó en el consejo que le había dado el viejo capitán, y ya siendo dueño de la fábrica se dedicó a fabricar jabón de la mejor calidad y tamaño. Instruyó a su contador que abriera una cuenta para el Señor y depositara allí la décima parte de todas las entradas.

El negocio prosperaba; muchos compraban su jabón, y Guillermo llegó a poseer una gran fortuna. Decidió dar al Señor dos décimas, y prosperó más, luego treinta por ciento, cuarenta, hasta cincuenta por ciento. Entonces apartó una suma para la educación de sus hijos, hizo algunas provisiones para su familia y prometió al Señor darle todas las entradas. El prosperaba como nunca lo había soñado.

Esta es la historia verídica de Guillermo Colgate, quien dio millones de dólares a la causa de Cristo. Murió pero su nombre permanece en la universidad y facultad de teología que fundó con su fortuna, y claro está, en la pasta dental que usamos – la fortuna que Dios le dio en respuesta a su fidelidad.

¿Tú quieres prosperar? entonces busca de Dios y dale al señor los 10% de tus ganancias y ciertamente vas a prosperar...

sábado, 15 de enero de 2011

LA ORACIÓN ES IMPORTANTE






Orar es hablar con Dios. Orad y velad para que no entréis en tentación (marcos 14: 38). Las aflicciones se van por medio de las oraciones (Santiago 5:13). ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos...

Aquí están algunos ejemplos de la oración de hombres que oraron a Dios.

Jorge Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, envió una circular a los gobernadores de todos los estados, en junio de 1873. En el final de su carta decía: “Mi oración más sincera a Dios es que os bendiga y que tenga vuestro estado bajo su protección. Que él se digne inclinar el espíritu de los ciudadanos a la subordinación y obediencia al gobierno, y despertar un sentimiento de amor fraternal de los unos hacia los otros y, en particular para sus hermanos que han peleado en los campos de batalla; y finalmente, que su gracia nos mueva a todos a hacer justicia, a amar la misericordia y a conducirnos con esa claridad, mansedumbre y templanza que caracterizan al Divino Autor de nuestra bendita religión, pues sin imitarlo con humildad nunca podremos esperar que la nación sea feliz”.

Abraham Lincoln era presidente de Estados Unidos durante la guerra civil, la cual resultó en la libertad para los esclavos. Pero pocos saben que él era un cristiano, y fue criado por padres cristianos bautistas.

el presidente Lincoln era hombre de oración. En la ciudad de Washington hay una estatua de Lincoln arrodillado en oración.

El Coronel Rusling escuchó al Presidente Lincoln relatar lo siguiente al General Sickles, después de la victoria de Gettysburg: “La verdad es, General, que durante la violencia y la tensión de la batalla librada allí, fui a mi cuarto, me puse de rodillas y pedí al Dios Todopoderoso la victoria en Gettysburg. Le dije que este país era de él, que la causa era de él, y que no podríamos resistir otras derrotas como las de Fredericksburg y Chancellorville. Le hice a mi Hacedor un voto: de que si él estaba con ustedes en Gettysburg, yo estaría al servicio de él. ¡Así lo hizo, el Señor y yo cumpliré mi parte! Después de todo esto sentí que el Todopoderoso Dios había tomado todo el asunto en sus manos”.

Lincoln no solamente oraba, sino que también recomendaba la oración a otros. En una carta dirigida a su hermanastro, Juan Johnston, el señor Lincoln le escribió en ocasión de enfermedad de su padre, el siguiente párrafo: “Espero sinceramente que nuestro padre recobre la salud, pero suceda lo que suceda, dile que invoque y confíe en nuestro Hacedor bueno, grande y misericordioso, quien no lo rechazará en ningún caso extremo. El que está atento a la caída de un pajarillo, que cuenta nuestros cabellos, no se olvida del moribundo que pone su confianza en él”.