sábado, 15 de enero de 2011

LA ORACIÓN ES IMPORTANTE






Orar es hablar con Dios. Orad y velad para que no entréis en tentación (marcos 14: 38). Las aflicciones se van por medio de las oraciones (Santiago 5:13). ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos...

Aquí están algunos ejemplos de la oración de hombres que oraron a Dios.

Jorge Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, envió una circular a los gobernadores de todos los estados, en junio de 1873. En el final de su carta decía: “Mi oración más sincera a Dios es que os bendiga y que tenga vuestro estado bajo su protección. Que él se digne inclinar el espíritu de los ciudadanos a la subordinación y obediencia al gobierno, y despertar un sentimiento de amor fraternal de los unos hacia los otros y, en particular para sus hermanos que han peleado en los campos de batalla; y finalmente, que su gracia nos mueva a todos a hacer justicia, a amar la misericordia y a conducirnos con esa claridad, mansedumbre y templanza que caracterizan al Divino Autor de nuestra bendita religión, pues sin imitarlo con humildad nunca podremos esperar que la nación sea feliz”.

Abraham Lincoln era presidente de Estados Unidos durante la guerra civil, la cual resultó en la libertad para los esclavos. Pero pocos saben que él era un cristiano, y fue criado por padres cristianos bautistas.

el presidente Lincoln era hombre de oración. En la ciudad de Washington hay una estatua de Lincoln arrodillado en oración.

El Coronel Rusling escuchó al Presidente Lincoln relatar lo siguiente al General Sickles, después de la victoria de Gettysburg: “La verdad es, General, que durante la violencia y la tensión de la batalla librada allí, fui a mi cuarto, me puse de rodillas y pedí al Dios Todopoderoso la victoria en Gettysburg. Le dije que este país era de él, que la causa era de él, y que no podríamos resistir otras derrotas como las de Fredericksburg y Chancellorville. Le hice a mi Hacedor un voto: de que si él estaba con ustedes en Gettysburg, yo estaría al servicio de él. ¡Así lo hizo, el Señor y yo cumpliré mi parte! Después de todo esto sentí que el Todopoderoso Dios había tomado todo el asunto en sus manos”.

Lincoln no solamente oraba, sino que también recomendaba la oración a otros. En una carta dirigida a su hermanastro, Juan Johnston, el señor Lincoln le escribió en ocasión de enfermedad de su padre, el siguiente párrafo: “Espero sinceramente que nuestro padre recobre la salud, pero suceda lo que suceda, dile que invoque y confíe en nuestro Hacedor bueno, grande y misericordioso, quien no lo rechazará en ningún caso extremo. El que está atento a la caída de un pajarillo, que cuenta nuestros cabellos, no se olvida del moribundo que pone su confianza en él”.

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